El
regreso del Doctor Killer con el Elixir del Dictamo
Real.
La ciudad lo
conocía como “El Hijo del Médico Asesino”…
Los más sofisticados se referían a él como “El Doctor
Killer”, aunque todos en la ciudad lo conocían como “El Hijo del Médico
Asesino”… Bueno, en verdad si era hijo del famoso “Médico”, pero nunca en su
vida ni él ni su padre habían matado a nadie, aunque la gente al día siguiente
de beber sus brebajes literalmente se sentía morir. Muertos en vida quedaban con
un ratón, con un chuchaqui y explotándoles la cabeza con la peor migraña que
jamás habían tenido en su vida, aunque al rato, después de un par de aspirinas,
una vez ya en forma y pasado el dolor, estaban de nuevo haciendo fila delante
de su casa para comprar más de esos licores exóticos.
Era experto preparando la “Leche de Burra”, utilizando
leche evaporada y el aguardiente de caña clara, y haciendo todas las
“Guarapitas” que uno se podía imaginar, mezclando rones blancos, cocuy de penca
y aguardientes de caña con poncigués, merey, mamey, hierba buena, canela en
ramas, anís estrellado, flores de manzanilla, frutas tropicales y muchísima
azúcar morena de papelón.
Su ponche era famoso, más rico que el “Ponche Crema de
Heliodoro González” y que el “Ron Pope Mexicano” juntos y no era otra cosa que
poner en practica la receta que le diera hacia muchos años ya, doña Francisca
Borjas, “Doña Pancha”, en San Fernando de Apure. (La misma señora Apureña,
aquella que tenía en su casa un caimán, con todos los dientes de oro de 24
quilates…) Ponche hecho con leche de
cabra, muy caliente, amarillas de huevos de pata, ron añejado en barricas de
roble, semillas de nuez moscada ralladas, leche condensada y azúcar rubia de
panela, que llamaba “El ponche de la Abuela Pancha”.
En verdad se apellidaba Canales y todos sus amigos de
infancia lo llamaban por su apellido, así había sido desde siempre, hasta que
comenzó el negocio alquímico heredado de su progenitor y comenzaron desde
entonces a llamarlo “El Hijo del Médico Asesino”, ya que ese médico del cual heredó el apodo no
era otro que el famosísimo inventor de licores caseros, quien le enseñó desde
niño, el negocio y todo lo que sabía de alquimia… “El Dr. Killer”.
Ellos tenían en la parte de atrás de su casa estantes
y estantes llenos de botellas de vidrio, barriles, alambiques, barriletes de
barro, de madera y de vidrio, tuberías de alambre, de estaño y de cobre.
Usaban zumo de limón para cortar las mezclas y Maizina
Americana, esa harina de maíz que ya era un orgullo nacional, para darle cuerpo
y engrosar las pastas. Sacaban y destilaban aguas alcoholadas glaciales, y las
hacían de tomillo, de rosas y de la flor del naranjo… Tenían ese gran don de
saber el punto exacto, la dosis justa, el toque perfecto para las mezclas, la
cantidad exacta para cada ingrediente, como decía Truman Capote, “Ese don que es como un
látigo que Dios les dio”.
Utilizaban cientos de hierbas, raíces, tubérculos,
rizomas, tallos, semillas, cortezas y hojas… todas estaban colgando del techo
de su casa, al lado de las orquídeas, de las bromélias y de las matas de
sábila.
En los potes de la cocina, muy bien etiquetados tenían
el culantrillo, el orégano, la pimienta, las hojas de laurel para los pollos de
la cazuela, el malojillo, la hierba pangola, la hierba mora, la pica pica, el
comino, los piñones árabes y las hojas de la vid. Luego estaban los envases de
madera curtida, de agradable aroma, repletos de frutos secos: de manzanas
deshidratadas, de dátiles, de ciruelas pasas, de orejones, de cascos de guayaba,
de rajas de toronjas, de cuadritos de lechosa, de uvas de playa, de cambures
pasados resecos a punta de sol, e higos traídos de la ciudad de “Bergamo Cittá
Alta”, en Italia.
Pero lo que ellos llamaban su “Cámara Secreta”, era
realmente la envidia de los alquimistas y el punto clave de este relato, ya que
en ese lugar guardaban con celo sus más preciados ingredientes, esos que le
daban el punto, para que sus licores fuesen en realidad algo especial… Si tú
eras en verdad una persona de su entera confianza, un verdadero amigo, un
antiguo cliente o su paciente, sólo entonces bajabas con ellos las empinadas
escaleras de caracol a un especie de sótano, entre un sopor y un empalagante
olor a alcoholes y flores… luego que las pupilas se te dilataban podías ver el mágico
tesoro que encerraba esta cripta. Allí estaban los alambiques misteriosos con
entorchadas tuberías de estaño, de donde salían los licores más exóticos y
alucinantes, estaban los frascos y botellas conservados en completa oscuridad,
alumbrados tan sólo por una bombilla de color púrpura, de la llamada luz negra.
En aquel lugar conservaban y maceraban
las pencas para un cocuy mas arrecho que el mezcal Mexicano, ahí tenían los
gusanos de maguey, las conchas de plátano, las semillas de manzana, las guayabitas
del Perú, el azafrán traído de España, las amapolas traídas de China, las hojas
de tabaco de Turquía, los pétalos de flores de cayena, el cuerno e´ciervo, la
resina de la cannabis sativa, los bonsái de jengibre, el chile piquín, el chile
chipotle, el polvo de mostaza, el polvo de tamarindo, el ají chirel, las flores
de Jamaica, las nueces de Brasil, los huevos secos de iguana, los hicacos, el
pan de palo, las piedras imán, los cuarzos, los ámbares y bajo una campana de
vidrio, en una cajita hecha de madera de roble, atesoraba el preciado “Dictamo
Real”, esa diminuta hierba que solo descubrían los pequeños venados en la selva
y a la que poquísimos humanos tenían acceso… Crèanlo o no, ellos tenían esa matica, la guardaban y
atesoraban con gran celo en su bodega, traída para su laboratorio desde el
mismísimo corazón del Amazonas, el mágico “Dictamo”… Del que decían los expertos, era el secreto
de la eterna juventud y el hermano sanguíneo de la piedra filosofal.
“El Hijo del Médico Asesino” nos contaba historias
acerca de la astucia y la paciencia que tenía que poseer el que iba tras de
esta hierba prodigiosa, generalmente
un guerrero de esas etnias primigenias que habitan las selvas lluviosas del
Amazonas Venezolano, un Yanomami, un Panare… El hombre tenía que seguirle los
pasos a un pequeño venado de velludos cuernos y de piel moteada durante toda
una madrugada. Con mucha paciencia esperaba en silencio a que llegara el
amanecer, pues esta plantita solo se ve en ese momento y luego cuando el
venadito estuviese husmeando entre las plantas y diera con el codiciado
“Dictamo Real” de inmediato tendría que gritarle fuertemente para ahuyentar al
animal y dirigirse a tomar entre sus dedos la apreciada y pequeña hierba que
tiene una diminuta florecita morada, presuroso la llevaría al “Chabono”, para
que el “Piache” preparara con ella el mágico licor, el alucinante aguardiente
llamado “Licor del Dictamo Real”, y así junto con los otros miembros de la
tribu, poder beber y comunicarse con sus
“Hecuras”, con sus ancestros y con los espíritus de la selva.
Hoy que hay luna llena, mi amigo el fotógrafo Nèlson
Garrido me dio a probar de ese mágico Elixir que trajo en uno de sus viajes de
la ciudad de Valencia, preparado con mucho esmero por el mismísimo “Hijo del Médico Asesino”, ese licor que hace
despejar la mente, que produce en quienes lo toman “Estados Alterados de
Conciencia” y causa en nosotros como “suero de la verdad”, una desinhibición
tal que permite a todos desnudarse y decirse lo que en verdad se siente sin
ningún tipo de mordaza… Tomamos entonces unos sorbos más del “Dictamo” y nos
montamos en un automóvil en Caracas rumbo al estado de Yaracuy el fotógrafo
Garrido, el escultor Carlos Quintana y yo… Así viajamos los tres y surgieron
estas historias a lo largo del camino… Tres horas del “Doble Viaje” que
parecieron tres días… Tres de tres, tres por tres.
Carlos
Quintana es quien nos relata, que el millonario industrial Nelson Rockandfellar
en su autobiografía: “Mi Life Like a Dream” (Libro, que Quintana se había leído
hacía apenas unos días) narraba como una tormenta fuerte de ranas rosadas cayó
en una oportunidad, sobre un campo de golf en su hacienda “Monte Sacro” a las
afueras de la ciudad de Valencia en el Estado Carabobo de Venezuela. Esta fue
una lluvia de ranas del tamaño de una moneda de 25 centavos Venezolanos (De un
medio) que se precipitó sobre John Lennon, sobre Yoko Ono y sobre mi, decía Mr.
Rockandfellar; "No podíamos creer lo que veíamos", estábamos
caminando por la hacienda, por los campos de golf, tomando licor del “Dictamo
Real” cuando de pronto comenzó a llover fuertemente y nos dimos cuenta que
además del agua, algo saltaba sobre nuestras cabezas… Eran cientos de ranitas
que caían, vivas y saltando sobre la grama y en ese poblado cercano a la Laguna
de Tacarigua, John bailaba de la alegría y Yoko emitía agudos gritos y
estridentes chillidos insoportables, en esos “tres minutos de una eterna eternidad” como
lo diría Frank Zappa… Esto ocurrió en Febrero de 1971, cuando la lluvia ese
día, el casi diluvio, cayó sobre las cabezas de los ayudantes de faena de la
hacienda, así como también sobre los patronos, y de una pareja de músicos que
vestían completamente de blanco… Este torrencial aguacero traía además del agua
miles de diminutos batracios rosados de ojos negros y saltones.
El
curioso evento atmosférico fue investigado luego por los miembros de “The
Nature Conservation”, quienes llegaron de los Estados Unidos esa misma tarde en
una avioneta que aterrizó en el aeropuerto privado de la hacienda y confirmaron
para la estupefacta comunidad científica del mundo, que las ranitas sí habían
caído con las lluvias, que ellas provenían del Sahara y que habían sido
arrastrados por fuertes “Vientos Alisios”; la arena rojiza que cubrió los
campos sembrados, los blancos caballos árabes y las casas del área podían confirmar esta hipótesis… Pero, Carlos Quintana
insistiría en la idea, que las ranas fueron lanzadas en verdad desde un
platillo volador… El nos decía que los causantes de estas lluvias de batracios
eran los tripulantes de las naves extraterrestres, platillos, Ufos, Ovnis que
lanzaban fuera de dichas naves a las especies animales que ya habían estudiado
y que las devolvían así a la tierra, de donde previamente las habían tomado…
Guauuu!!!!
Algunos parroquianos y jornaleros
aseguraron que aparte de John Lennon y Yoko Ono, también estaban bajo la
lluvia: Mick Jagger, David Bowie, Eric Clapton, Jim Morrison, Jimmy Page y
Ringo Star… Pero esto no era verdad, y aunque ellos lo juraron por la santa
cruz, nosotros sabemos que esas son cosas propias del Dictamo Real.
Todas las tardes y las noches venían a
la tienda del “Hijo del Médico Asesino”, los hombres jóvenes del pueblo a
llevarse las “Guarapitas” de parchita,
mandarina y del licor afrodisíaco de Guaraná, venían las mujeres a
llevarse el ponche crema y el licor de café, los viejos venían por el licor de
“Babandí”, el de “Yohimbina” y el de la “Machaca”, llamados por muchos el
“Viagra Natural”, el “Rompe Colchón” o el “Parapipe”… venían también los más
jóvenes por su famosa y magnífica cerveza negra y amarga, y uno que otro niño
también venía por su botellita de Maltena,
esa cerveza negra endulzada con
un caramelo hecho de azúcar quemada.
Muchas personas le preguntaban al
“Médico” por el mágico licor del “Dictamo”, pero él no se los vendía, prefería
guardarlo sólo para clientes “iniciados” y para sus amigos… sólo para gente de
verdad muy especial.
La casa del “Hijo del Médico Asesino”, el lugar de
habitación del señor Canales, quedaba en
la esquina de la piedra e´tranca, en las Cocuicitas, cerca de la plaza 5 de
julio y de la Glorieta de San Blas, en la Valencia del Rey… y era fácil
encontrarla porque siempre estaba pintada de un blanco muy limpio, porque su
puerta azul eléctrica, de ese “Azul Yves Klein” estaba siempre abierta y porque la gente siempre
estaba allí, haciendo fila.
Canales, una tarde después de venderle la segunda botella
del “Dictamo Real” al Garrido, le preguntaría por la vida del industrial
millonario y por aquella parejita de extranjeros sonrientes que vestían de
inmaculado blanco; Nelson haciendo memoria, le aseguraría al Médico, que al día siguiente de la
lluvia de las ranas y también en su avioneta privada, el señor Rockandfellar,
el inglés y la japonesa, se dirigieron a la localidad de Guama, esa población
rural en el Estado Yaracuy, en aquel viaje que parecería disparatado pero que
tenía una razón de ser. Ellos asistieron en una “gallera”, a un “palenque”, a
ver una pelea clandestina propia del circo romano, una lucha cuerpo a cuerpo,
el combate a muerte entre un toro de lidia y un jaguar Amazónico; Garrido le
dijo a Canales, que él mismo tomó muchas fotos del evento en donde un
gigantesco toro negro muy furioso fue metido en una gran jaula y por otra
compuerta se introdujo luego a un jaguar del Amazonas… El fotógrafo recuerda la
furia del combate, el cocuy de penca que se tomaba en el evento, las apuestas
millonarias y la sangre que corría y salpicaba los trajes de los presentes.
¿Pero, quién ganó la lucha? Le preguntaría “El Hijo del Médico” justo en el instante en que le
servía en un pequeño vaso de vidrio un poco más del licor del “Dictamo”. Ganó
el jaguar, ganó el tigre… el toro terminó con el cuello destrozado y ahí mismo
delante de todos, el hambriento jaguar comenzó a comérselo hasta los huesos; el
felino también resultó herido, tenía cornadas por todo el cuerpo, había perdido
un ojo y su sangre se mezclaba con la del vencido… aun así se lo comió todo,
dejando nada más la osamenta en el medio del terreno… ¡Oh, Dios… Cuanto
horror!!!!
¿Y el industrial y Lennon y La Yoko? Preguntaría
angustiado Quintana.
Él no recuerda bien en que momento se fueron ellos, pues
sus ojos estaban puestos en el terrible y sangriento combate… Era en verdad un
espectáculo espeluznante y lleno de sangre, mucha sangre ¿Y que pasó con el
Jagger, el Bowie, el Clapton, Jim Morrison, Jimmy Page y Ringo Star? Preguntó
una señorita con dientes de lata y muy entrometida que escuchaba el relato con
los ojos abiertos y de este tamaño.
Coooooño que no estaban, que ellos no vinieroooon a
Yaracuuuuuy!!!!!! seguro que ellos, se
fueron ese día, al concierto de “Led Zeppelín” en el Madisson Square Garden en
NY, deseosos de escucharlo tocar “Escaleras al Cielo”… Pero en Guama, te lo
aseguro que NO estuvierooooon!!!!!!
Una cosa si es cierta, nos decía Garrido mientras ponía
fondo blanco a su vaso… Cuando al John le preguntaron en la aduana del
aeropuerto JFK de Nueva York por las manchas de sangre en su inmaculado traje
blanco, nunca contó que era de la sangre de un toro y la de un jaguar, ni
tampoco dijo que lo que manchaba sus hombros, eran las huellas de unas ranas
rosadas que cayeron del cielo; si no –dijo- que se había manchado con un poco
de semillas de “onoto” y cuando los guardias le preguntaron acerca de la
botella llena de ese licor que llevaba consigo, él respondió que era de un buen
Ron Venezolano pa`los amigos y fue así como lo dejaron entrar a la ciudad que
nunca duerme. Claro que era otra época y que nadie se iba a imaginar que de
verdad lo que llevaba consigo el Lennon, era un litro entero de ese “Elixir
Amazónico” preparado por el mismísimo “Hijo del Médico Asesino” en Valencia… Licor que pensaba compartir con sus
amigos cuando regresara del viaje… Aunque el Lennon nunca lo compartió, pues se
llevó el elixir a su apartamento en el Central Park y lo utilizó para
entonarse, escribir y componer esa estupenda pieza que luego él tituló
“IMAGIN”, esa maravillosa canción en la cual él le
pedía a la gente, que imaginaran que no existían fronteras que dividieran a los
países, que no existía nada que matar ni nada porque morir, que no existían
guerras ni tampoco religiones… además apuntando algo que consideró importante y
fue en su reflexión final, también en la misma canción: “Quizás tu pienses que
yo soy un soñador pero no soy el único y espero que tú también te unas a
nosotros”. Indudablemente Lennon en pleno “viaje astral”, se confesaría como un
hombre de mucha fe más que como un soñador.
You
may say I`m a dreamer
But
I`m not the only one
I
hope someday you`ll join us
And
the world will live as one
Aquella era otra época sin dudas, hoy en día han desaparecido
tantas cosas de nuestra querida Valencia del Rey, de esa ciudad de la cual ¡ya
ni se tienen recuerdos! Desapareció la plaza de toros “Arenas de Valencia”,
desapareció la fuente de soda “El Cubanito”, “la Casa Lux” de los hermanos
Zerpa Malpica, “Las Pulperías de Don José” y “El abasto de Don Jesús”, la venta
de tostadas del popular “Perecito” y el laboratorio alquimista en donde
experimentaban el “Médico” y luego su hijo… Y cuando uno les habla a las nuevas
generaciones, del “Médico Asesino”, poca gente sabe de qué se habla... Ya nadie
sabe nada, ya nadie recuerda nada, ni a nadie en verdad le interesa nada, todo
ha quedado en el olvido… Los más jóvenes ni se enteran de nuestro pasado
reciente, en esta ciudad sin memoria… ni se dieron cuenta de la muerte del
padre y mucho menos de la muerte del hijo, nada recuerdan de aquellos otrora
alquimistas de pócimas embriagantes, ya que los dos se llevaron sus recetas secretas, junto con
ellos, al más allá.
Dicen los abuelos que cincuenta años después de
la muerte del “Dr. Killer”, su cuerpo debía ser trasladado del cementerio de Bejuma al de
Naguanagua, para ser enterrado en el mismo lugar en donde ya estaba el de su
hijo, aquella tarde a eso de las 4, se abrió la sepultura y en el ataúd se encontraron para sorpresa de todos, entre las
cenizas y los grises huesos, una lengua con movimiento, tan entera, rosada y
fresca como si estuviera viva… Era la lengua del “Doctor Killer” padre del “Hijo del
Médico Asesino”, esta fue llevada de inmediato a la catedral de Valencia y desde allí,
el Cardenal Quintero la enviaría directamente al santo Papa de Roma, en donde
desde entonces, la mantienen en un frasco de vidrio en el museo de la ciudad del
Vaticano.
Si por casualidad algún día alguno de ustedes
tiene la oportunidad y va de visita a Italia, no dejen de visitar ese museo,
entren al ala izquierda en el “Pabellón de Arte Religioso Moderno” (Creado en
1973 por Pablo VI y que se ubica en las Estancias Borgia). Allí la podrán ver, en
la vitrina dorada que alberga “Mil Lenguas Santas”… Está al lado de la lengua
también rosada y también viva del Santo Portugués, San Antonio de Padua y tiene
una etiqueta que la identifica como “Lengua Santa del Doctor Canales de
Venezuela”…”La Lengua del Doctor Killer”, las mágicas Lenguas de estos Santos
Mutantes.
Las dos lenguas parecen gordos gusanos de Mezcal, “Gold
Fishs” o más bien, dos peces “Beta” nadando en círculos, cada uno en su
recipiente como en un acuario, una al
lado de la otra y dispuestas a batirse en duelo a muerte en cualquier momento.
Todos los años en el mes de Julio, son miles los
peregrinos, provenientes de los más dispares sitios del planeta, quienes van
a ver y venerar esta “Lengua Viva”, “La Lengua Santa”, que se exhibe en museo.
Ellos la adoran, le encienden velas, le llevan presentes y rezan delante de
ella…
Además, son ya muchísimos los milagros y
las curaciones que se le atribuyen al “Doctor Killer” después de su muerte…
Dicen que se aparece a media noche, a las personas enfermas cuando la luna está
llena y lo hace para sanarles de sus dolencias, dicen que en el lugar en donde
aparece su “Anima”, resplandece con una luz verde, que brilla en la oscuridad
como si fuese un holograma, que el sitio se cubre de
flores blancas, se llena de música y se impregna de un fuerte aroma al elixir
del “Dictamo
Real”…
Pero esa ya,
es otra historia.
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