GUAICAIPURO… Un Artista Marcial.
Gran
Cacique de los Caribes-Caracas.
Con el cuerpo
sangrante y cocido por las balas, Guaicaipuro seguía adelante, disparando sus
certeras flechas y matando al enemigo, otras dos balas se alojan en su cuerpo,
la sangre brota de sus venas pero también brotan las flechas de su arco las
cuales van diezmando rápidamente al ejercito invasor, flechas envenenadas con
“curare” son certeramente clavadas en los corazones, gargantas, ojos y cabezas
de sus enemigos. Una bala se anida en su pecho, pero el valiente Cacique
Guaicaipuro de tan solo treinta años de edad, no da un paso atrás, lame su
herida, traga su propia sangre y va
adelante a dar la pelea cuerpo a cuerpo contra las tropas del ejército Español,
golpeando con su “macana” de doble filo de hojas de piedras afiladas y
partiendo cráneos con su hacha. Son tres, seis, ocho los enemigos que caen al
suelo con las cabezas reventadas, otra bala le atraviesa el pecho y el sigue
adelante diezmando al ejército enemigo, parece invencible, parece inmortal,
ahora sigue con más energía, con mayor furia, da miedo verlo acercarse, sus
ojos relampaguean, en una mano empuña el hacha y en la otra un afilado puñal,
anda casi desnudo llevando tan solo un cubre sexo de hueso labrado sostenido en
su cintura por un cordel, lleva todo el cuerpo pintado de rojo, con dibujos de
grecas en negro, las cuencas de los ojos las lleva también pintadas de negro,
lleva un cubrecabeza, hecho con la piel y la cabeza de un jaguar y en su cuello
un collar-trofeo de dientes humanos… arrancados uno a uno de los maxilares de
sus enemigos, uno por víctima. Dos balas de arcabuz le atraviesan el cuello y
ya son doce las balas que aloja el cuerpo del guerrero y Guaicaipuro sigue
adelante, se encuentra poseído del espíritu de la guerra y no le teme a la
muerte, el ES la muerte, va como un valiente Samurai, abriéndose paso con su
hacha y dejando a su paso cuerpos inertes, cuerpos moribundos que se amontonan
a sus pies… con el afilado cuchillo va cortando gargantas… la bala numero trece
le atraviesa el corazón ( ese fatídico número, esa fatídica bala ) y nuestro
héroe ( como si fuese un personaje de una película de acción ) cae al suelo
malherido, esta bala si ha sido fulminante, cae, no sin antes romperle el
cráneo con el hacha a otro soldado Español, cae a tierra él también, bañado el
rojo cuerpo en roja sangre, la suya y la de sus enemigos. Guaicaipuro murió
joven, a tan solo treinta años de vida, víctima de numerosas heridas de balas,
no sin antes dejar tras de si un verdadero
reguero de cadáveres, armas de fuego contra armas blancas, cientos de soldados
contra un solo y valiente héroe, tal cual como un Samurai del Caribe, como si
se tratara de un combate de Miyamoto Musashi, tiene nuestro Cacique un final
heroico, deja sin vida a una treintena de sus atacantes, deja muy mal heridos,
moribundos a una veintena… con valor
inaudito afronto el desigual combate, sucumbió con gloria… los mismos soldados
Españoles estaban sorprendidos de tanta bravura y aún siendo sus enemigos
admiraron tanto valor en tan digno adversario marcial. Los soldados hacen un
minuto de silencio, muere un guerrero pero con él también muere la resistencia,
porque su muerte también constituyo el definitivo derrumbe de la defensa
aborigen por este suelo. Esta historia
no es obra de la ficción, ni es un invento mío, ni es el guión de una película
de Hollywood, ni se trata de una hermosa y heroica leyenda para contarle a
nuestros niños, ni un relato para ensalzar al gran Cacique Guaicaipuro, porque
esta historia es real y figura en los libros de historia de las conquistas de
España, figura en las crónicas de Indias, en los escritos realizados por los
propios capitanes Españoles que estuvieron allí, y por los soldados que
participaron y presenciaron la batalla final contra el gran Guaicaipuro.
Guaicaipuro ( 1538 -1568 ) es: “el último hombre libre de las selvas del
mar océano”. Guaicaipuro significa lancero, templado al fuego en la montaña (
guaica = lanza y puro = templado al fuego en la montaña ) el fue el gran padre,
el hermano, el ideólogo, el estratega, el jefe y el Cacique de las etnias de
los Teques y de los Caracas, pueblos Caribes que habitaban los territorios que
en la actualidad son Venezuela.
De una numerosa cohorte de guerreros de selección, fue electo unánimemente, sin vacilación alguna,
para la defensa de la tierra, como líder máximo, Guaicaipuro con gran
inteligencia, con viva y razonada malicia y su clara visión de la realidad
liderizó la resistencia de las etnias autóctonas ( Caracas, Tarmas, Taramainas,
Charagotos, Teques, Meregotos, Mariches, Arvacos, Araguas, Tacariguas,
Naiguatas, Guarairas, y Mucairas ) en contra de los ejércitos Españoles durante
la conquista de ellos, del territorio de lo que actualmente es la ciudad de Caracas
y sus alrededores, durante ocho duros y aguerridos años ( entre 1560 y 1568 )
fue su máximo representante y su autoridad no era discutida por nadie,
inspiraba seguridad, respeto y liderazgo. Guaicaipuro luchaba por un gran
ideal, un ideal de patria, de defensa del suelo nativo ante los invasores,
respaldado de un gran anhelo de ser libre, de que sus tribus no fuesen
subyugadas y de que prevaleciera su raza. Trató por todos los medios de impedir
la penetración de los españoles a este su territorio.
El conquistador Español, Capitán Juan Rodríguez Suárez, quien fue un
valiente soldado al servicio del Rey de España, y quien liderizaba un poderoso
ejército invencible, arrasador de aldeas
y también fundador de ciudades para el Reino, cayó finalmente abatido en 1561,
bajo el poder de las flechas envenenadas que llovían por millares del cielo,
cayó en medio de la batalla al ser atacado por el cacique Guaicaipuro, cuando
el conquistador salió a combatir a su compatriota Lope de Aguirre, Guaicaipuro
le sale al paso y lo ataca con sus guerreros pintados de rojo, lo vence y se
lleva entonces como trofeo de guerra la espada del caudillo… Todo el alto mando
del ejército no daba crédito a lo que había sucedido con ese ejercito en armada
de primera línea, las tropas realistas no habían podido disparar ni una bala de
sus armas, fueron sorprendidos en una hábil emboscada, vieron el cielo
oscurecerse con miles de flechas envenenadas, que llovían sobre ellos, no
dándoles tiempo prácticamente de nada.
Antes de la llegada del conquistador, Caracas ( que toma su nombre de la
tribu de los Caracas comandada también por Guaicaipuro ) se extendía en una
amplio y hermoso valle bordeado por una majestuosa serranía que desde siempre
ha sido su protectora: El Ávila, el Guaraira Repano. Durante este período,
Caracas estuvo poblada por la etnia Caribe, quienes fueron el último grupo que
se estableció en estas tierras en los años 1000 A. C. hasta el siglo XV D.C. Llegaron
emigrando por el sur y por el oriente, procedentes de la Amazonia. La principal
tribu del Valle de Caracas era la de la etnia con el mismo nombre, las cuales socio-políticamente
estaban gobernadas por el temible Cacique Guaicaipuro.
Los
intentos por conquistar el territorio de los Caracas datan del año 1548, cuando
Juan de Villegas se propuso, infructuosamente, explotar las minas de oro de
este lugar, misión en verdad imposible por la fuerte resistencia efectuada por
la tribu de los Caracas-Caribes liderizados por el gran estratega Guaicaipuro.
El ejército español fue literalmente destrozado y desbaratado, la estrategia de
ataque de los hombres rojos de Guaicaipuro era algo que los españoles jamás se imaginaron,
la ofensiva de los Caribes era en verdad invencible: una infantería ligera
abría el paso lanzando con sus hondas, totumas y recipientes llenos con
almizcle de mapurite ( mofeta, zorrillo ) el insoportable olor de las “bombas
fétidas” hacia que las tropas sintieran naúseas y vomitaran, luego llegaba el
segundo grupo del ejército de segunda línea, también con hondas, lanzando
también recipientes llenos con polvos de la planta urticante “cebadilla”,
recipientes que al estrellarse contra el piso o los árboles hacia que el polvo
se expandiera y produjera un escozor y una irritación irresistible en el cuerpo
y los ojos se llenaban de lágrimas y de ardor cual bombas lacrimógenas. Luego
venía el ataque de los arqueros, hábiles y certeros en el lanzamiento de las
flechas envenenadas con “curare” estos podían lanzar con su arco cientos de
flechas en pocos minutos, harían llover entonces del cielo las flechas envenenadas
causando estragos. Luego detrás de ellos se abrían paso los guerreros de la
lucha cuerpo a cuerpo, que se protegían con un escudo cilíndrico de unos 40
cms, hecho de un mimbre apretadamente entretejido; este escuadrón era el de los
lanceros, quienes atacaban sin dar tregua y preparaban el camino a sus
hermanos. Detrás de ellos venían los guerreros portadores de mazas, macanas,
hachas y dagamacanas ( armas punzo cortantes y contundentes ) todos además
llevaban cuchillos afiladísimos en la cintura, atacaban sin piedad y avanzaban
como las pirañas, todos iban desnudos, protegiendo su órgano sexual con un
cubre sexo hecho de hueso labrado, todos iban pintados completamente de color
rojo ( con onoto ) con la cuenca y los parpados de sus ojos pintados de negro,
grecas dibujadas en sus pechos y brazos, hombres rojos furiosos que con su solo
aspecto atemorizaban… El grito de los Caribes era en verdad atemorizante, salía
fuerte como un Kiai lleno de energía y furia: “Ana Karina Roté”, gritaban con
fuerza los feroces Caribes y decían con esto: “Yo soy Caribe y sólo yo tengo
derecho a vivir”… haciendo temblar a quienes los escuchaban.
El
fiero conquistador Francisco Fajardo es también derrotado por Guaicaipuro,
Fajardo trajo de España a la mejor
compañía de soldados adiestrados para arrasar al mejor de los ejércitos, llego
con la firme idea de detener la insurrección, pero la armada de los
conquistadores fue diezmada por las acciones de armas y refinadísima estrategia
del aguerrido Cacique de la tribu de los Caracas, quien puso defensas
impenetrables llamadas “pozos de lobos”, fosos llenos de estacas afiladísimas y
cubiertas de hojas secas en las que caían y eran atravesados por las estacas
los soldados y los caballos. También le puso zarzos espinosos sobre aspas de
madera que hacía volar contra las cabezas de sus enemigos penetrando por entre
las rendijas de las armaduras clavándoseles en el rostro y en el cuello y por
si fuera poco luego, ordenó a que prendieran hogueras de modo que el viento
llevara el humo hacia las huestes contrarias y en ellas quemaban polvos de ají
“Caribe”, de ají “chirel”, de chile “cascabel”, de picante seco, semillas de
ají “piquin”, cebadilla y otras sustancias asfixiantes y urticantes, para así
enloquecer al enemigo, mientras Guaicaipuro con sus rojos guerreros ( cual
Ninjas Tropicales ) esperaba pacientemente a escondidas a las afueras de los
campamentos del ejército Realista y una vez que el fuerte viento sopló sobre
ellos entonces encendió el fuego y, junto a sus hombres, lanzaron el humo
tóxico asfixiando al contrincante para luego atacarlo con las lluvias de
flechas envenenadas, las lanzas y las hordas agresivas de hombres rojos armados
de hachas y macanas… ocurrió realmente así como el fiero Francisco Fajardo y su
ejército quedaron prácticamente arrasados
y sus dientes pasaron a formar parte del collar-trofeo del jefe máximo…
esto sucedió en las villas de San Francisco y
El Collado.
Pero
¿quiénes eran estos guerreros rojos, llamados los Caracas-Caribes?
Los Caribes, nombre que
igualmente se le da en Venezuela a las pirañas, antropológicamente son los miembros de los pueblos indígenas
pertenecientes a la familia lingüística Caracas-Caribe. Ocuparon diversas zonas
del continente Americano, oriundos del valle del río Orinoco, del corazón del
Amazonas, a finales del siglo XV poblaron la mayoría de las islas de las
Antillas Menores y la costa de la actual Venezuela, territorios de los que
expulsaron al pueblo Arawaco. Los Caribes
valoraban por encima de todo las hazañas el combate y, hasta la llegada de
Guaicaipuro, no estaban bajo el mando de ningún jefe, sino que peleaban como
guerreros solitarios y asaltaban otros pueblos. Los Caribes manejaban la canoa
con destreza y sus flotas llegaron a tener hasta 100 piraguas dotadas de velas,
en tierra vivían en pequeños asentamientos, practicaban la agricultura y
pescaban y cazaban animales con cerbatanas, mazas, hachas de piedra, cuchillos,
arcos y flechas ( cuya punta envenenaban
con curare ). En general los guerreros de la infantería pesada de los Caribes
iban desnudos, con todo el cuerpo pintado de rojo con onoto, con dibujos en
negro con caruto, los ojos estaban rodeados de un circulo pintado en negro, con
los brazos o el pecho pintados con una greca curvilínea con tres puntos, con
una línea negra desde cada ojo a cada oreja y en su cuello un collar-trofeo de
dientes humanos, adornados también con plumas y con dijes de oro.
Antes de marchar a la guerra los Caribes ofrecían sacrificios humanos a
sus dioses, guardaban una dieta de tres días en los cuales sólo ingerían una
bebida de mazamorra clara y ya poseídos por el espíritu de la guerra,
consultaban a sus “piaches” sobre el destino de sus escaramuzas. Tenían un
marcado culto a la muerte, podía verse
como ellos hacían correr un verdadero río de sangre que nutría a sus dioses. Al
llegar a la batalla eran en verdad sangrientos, a sus víctimas le arrancaban
los cabellos y le sacaban los dientes como trofeos, les lamían la sangre o
rasgaban con sus dientes pedazos de carne aún palpitante, o si no se comían el
hígado de sus enemigos, pues creían que la fuerza de sus contrincantes se les
traspasaría a ellos después de muerto el enemigo, al tragar la carne o la
sangre de estos.
He aquí la religión sangrienta de los Caribes, etnia que desciende
directamente del hombre-serpiente-anaconda, del ese guerrero temible de
pavorosa presencia, con rostro de un rojo brillante, representación de la
muerte, el terror hecho hombre-dios, el temible ancestro de tan poderosa raza.
En lo más fiero de la resistencia, y para erradicar definitivamente al
intruso Español, Guaicaipuro incitó a los otros Caciques a unir esfuerzos en
contra de los españoles y así atacar juntas todas las tribus al unísono a la
ciudad de Caracas, la reunión se dio
entre todos los jefes y nuevamente el obtuvo el voto de confianza para
liderizar la gran batalla, unánimemente esta responsabilidad le fue conferida a
Guaicaipuro.
Justo
el 25 de julio de 1567, en el día de Santiago, el capitán Diego de Losada, acometió
la conquista del valle y fundó la ciudad de Santiago de León de Caracas, futura
capital de la Capitanía General, apenas fundada,
Diego de Lozada, sabiendo los planes del estratega Caribe, ordenó apresar y
darle muerte al Cacique Guaicaipuro, para acabar con él de una vez por todas… Con
la ayuda de algunos indígenas traidores supo con exactitud la ubicación del
hogar del líder, y esa madrugada como a las cuatro de la mañana, aún oscuro,
rodearon entonces los soldados su casa, un ejército de hombres fuertemente
armados con armas de fuego y cuyo número
superaba al cien por uno, cien del ejercito español contra un solo guerrero,(
que en verdad valía por cien ) dieron fuego a su casa y cuando el gran Cacique
Guaicaipuro salió afuera, fue abatido a tiros, no sin antes acabar ,él solo,
con la mitad del ejercito en una dura batalla.
Tras la muerte de su máximo líder, los Caribes fueron prácticamente
exterminados, el resto de ellos se dispersó por tierra firme, el ejército que
servía a la corona de España había definitivamente tomado posesión del suelo
Venezolano y comenzaba por fin así su conquista… la historia de los
conquistadores en estas tierras Venezolanas y de ahí en adelante es ya bastante
conocida por todos.
Han pasado mas de 500 años de estos sucesos, Guaicaipuro se mantiene en
la memoria y en el corazón de todos los Venezolanos que lo recordamos como un
gran guerrero y como uno de nuestros héroes de la patria… en la actualidad la
etnia de los Caribes forman un grupo de unos 40.000 individuos, cuyo núcleo se
encuentra situado en Venezuela y en la Guayana, ya no son los guerreros de
otrora, ni se pintan de rojo, ni lamen la sangre de sus víctimas, son pocos en
verdad, viven pacíficamente y ya han mezclado su fuerte raza con otras etnias y
otras razas, pero llevan la misma sangre guerrera de sus ancestros, corriendo
por sus venas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario