MERKAFRICA
Con Santos López en el mercado más grande del mundo.
Dicen
los que saben leer los designios de los Yoruba, que Ifa les dijo que la vida
era un mercado, en donde uno viene a comprar y a vender… ASE.
Déme usted dos ojos de venado, un hígado de sapo, un
diente de ardilla voladora y tres pelos de la cola de una gacela, también
quiero que me envuelva para llevar una kilo de uñas de perezoso, siete hojas
del árbol de mango y dos espinas de rosa… ¿Vende usted lenguas de loros? ¿Tiene
usted aceite de Séje? ¿Sabe si puedo pasar por la aduana una botella llena de
gusanos de guayaba?
Este listado que parece ser tomado de un cuento de
hadas (o de un cuento de brujas) me fue relatado por mi amigo Santos López,
quien visitó “el mercado más grande del mundo”. El me lo contó hace ya un
tiempo mientras cenábamos en un restaurante de San Felipe y mientras tomábamos
“Cocuy de penca con cáscaras de mandarina y geranio”, el me lo contó, yo le
pedí permiso para transcribirlo y él me dio su venia, pasaron los días y no se
si por el poder mágico del “Cocuy” o por las secuelas del viaje astral al
África, esto es lo que recuerdo y esto es lo que te escribo el miércoles por la
noche… Hoy que hay luna llena.
Los Yoruba son un
pueblo africano que habita en el suroeste de Nigeria que tiene fama de ser cuna
de buenos comerciantes, aunque también se sabe que la mayoría de los artistas y
escritores más famosos de Nigeria pertenecen a la etnia yoruba.
Los agricultores y
artesanos de los poblados próximos se concentran en los mercados al aire libre,
donde compran, venden e intercambian productos agrícolas, especias, cereales,
pescado y miles de artículos
inimaginables para nosotros, es muy común que
estos mercados al aire libre sean atendidos por mujeres… La moneda
nacional de Nigeria es el naira, que se divide en 100 kobo, pero el trueque, el
intercambio continua siendo la mejor manera de comerciar… Me cuenta Santos que
a ellos les encanta tomar Ginebra y que los dólares son también bienvenidos.
Kilómetros y kilómetros en un valle en Nigeria,
puestos y más puestos, kioscos y ventorrillos, una ciudad de casas de techo de
hermosas telas, de maderas salvajes y sobre todo de OLORES, en este mercado en
el que tú encuentras “TODO” lo que busques y “TODO” lo que quieras o no (ahí
está todo lo bueno y todo lo malo, todo según el color del cristal con que se
mire… según la canción).
Ahí estaban las palomas blancas más grandes del mundo,
las palomas más grandes que he visto en mi vida, palomitas blancas copetitos
azules del tamaño de un pavo, palomas del tamaño de un guajolote, ahí vendían a
todos los animales vivos que quisieras, loros que hablaban en varios idiomas.
Recuerdo que habían gacelas, impalas, cebras, jirafas, ñus, gorilas,
chimpancés, venados, cacatúas, koalas, avestruces, canguros, dantas, manatíes,
hipopótamos, ornitorrincos, colibríes, pandas, guacamayas, tucanes, serpientes
de todo tipo (anacondas, mambas y corales), monos de todo tipo (titíes,
capuchinos, orangutanes y marimondas),
habían murciélagos, bats y vampiros… en verdad desde el murciélago que cabe en
la palma de la mano al vampiro del tamaño de un hombre adulto (insectívoros,
frugívoros, carnívoros, nosferatus y chupasangres), en verdad sorprendentes
todos, murciélagos albinos, murciélagos sin pelos y muy peludos, aves canoras
de todo tipo (canarios,
cristofués, paraulatas, cucaracheros, campanas, chirulíes y chogüis), caimanes
de todo tipo (del Nilo, cocodrilos, saurios del Orinoco y babas), lagartijas de
todo tipo, arañas de todo tipo, arañas y más arañas, viudas negras y migalas,
saltitos y tarántulas, sapos y ranas de miles de colores y tamaños… aquí conocí
a la famosa rana toro y a la serpiente ciega, al camaleón gris y al caballito
de los siete colores, un león se paseaba por el lugar y en verdad nunca supe si
era amaestrado, si era el león bizco de Daktari o si era un león que buscaba a
su presa, caminaba entre todos y olfateaba todo y a todos, yo no dejaba de
verlo y solo me quedé tranquilo cuando lo vi alejarse.
Luego pasamos al lugar en donde vendían animales
muertos enteros y el mostrario era sorprendente, cientos de peces, cientos de
liebres, cientos de gusanos, cientos de cientos de sapos, cientos de
escarabajos, cientos de gallinas y miles de orugas… de ahí pasamos a donde venden a los animales por
pedazos y también venden sus vísceras, ahí podías comprar: ojos, hígados,
corazones (de osos, de leones, de ranas, de peces) alas de pájaros, plumas de
aves, alas de mariposas, alas de murciélagos, alas de insectos, lenguas (de
camaleones, de mariposas, de canarios) pestañas, pelos, pieles enteras, cabezas
(vi cabezas de venado, de jabalíes, de rinocerontes, de pescado, de iguana y
una diminuta cabeza de tuqueque) escamas, uñas, trompas (una bandeja llena de
trompas de cochino me recordó a Fellini) orejas (de elefante, de siervos, de
monos, de aves) pezuñas, zarpas, patas, dedos y manos… una mano de gorila se
ofrecía, una pezuña de zebra se ofrecía, una oreja de elefante se ofrecía,
pelos de paquidermo para hacerse una pulsera, orejas de hipopótamo para un
abanico, colas de liebres de Marzo y sombreros de sombrereros locos… hígados de
focas, hígados de mapache, hígados de mapurite, hígados de colibrí, hígados de
pato y también picos de pato y de cigüeña, frascos repletos de moscas, frascos
repletos de dientes humanos, frascos repletos de lágrimas de cocodrilo, de
ámbar, de goma arábiga, de incienso, de oro, de mirra, de piedra imán y un
frasco lleno de ojos de venado, perfumes y esencias, frasquitos de pachulí, de
agua de rosas, de cayenas, de horchata y de agua de jamaica, aceites de hígado
de bacalao, aceite de raya, aceite de oso melero y aceite de oso hormiguero,
cueros, melenas de león y de hiena, crines, colas de bisonte y de búfalo, colas
de caballo, colas de vacas y ubres de vacas, sesos, intestinos, bigotes,
caracoles, conchas, ostras y almejas, cuernos de rinocerontes, tentáculos de
pulpos, colmenas, riñones y luciérnagas… cajas llenas de hormigas ciegas, de
marabuntas, de bachacos, de hormigas negras, de avispas y de abejas.
¿Qué no vimos Santos?
-Pues no vimos los textiles ni las telas, ni los
bordados, ni el macramé, ni las urdimbres, ni las mantas, eran tantas!!!.
¿Qué no vimos Santos?
-Pues no vimos la flora, ni la botánica… ni las hojas,
ni las raíces, ni los tallos, ni las cortezas, ni los frutos, ni vimos los
minerales, ni las piedras, ni la venta de sal ni la venta de arena, ni vimos
los cristales, ni los metales (ni los cuchillos ni las espadas) se nos hizo
tarde y era tanto!!!.
¿Qué no vimos Santos?
–Pues no vimos la venta de mujeres, era en verdad muy
peligroso, sobre todo porque son las mujeres quienes te escogen a ti y no tú a
ellas…
¿Qué compraste Santos?
–Pues una mano de rata, la pata delantera de una rata
negra.
¿Y tú, qué compraste Carlos?
–En verdad quería un colmillo de tigre blanco
Siberiano de esos que usan al cuello los Santos Mutantes…
Pero al final lo que me compré fue una oreja de
elefante macho para hacerme una capa como la del mago Melchor Zortybrandt de
Java, el gran Fakir hermafrodita.
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